Los salmón son unos de los mejores profesores nuestros. Observamos los salmón jovenes viajando al mar, y los observamos regresando a casa. Observamos los muchos obstáculos que tienen que superar. Los observamos cumplir con el círculo de la vida, justamente como nosotros tenemos que hacer. Y si los salmón no están aquí, se rompe el círculo y todos nosotros sufrimos.
– Leroy Seth, El Tribu de Nez Perce
Para muchas criaturas de esta tierra es una verdad que el progreso y el éxito tienen que ser forjado de cara de muchas corrientes. Como los salmón del Pacífico noroeste, y los pueblos indígenas que dependían de ellos, sus historias definen la idea misma de luchar contra la marea. Y como sus primos lejanos norteamericanos, los y las nicaragüense rurales se han encontrado luchando contra corrientes suyacentes, tanto de dentro como de fuera del país, por generaciones. Como los salmón, los y las nicaragüenses experimentan el nadar río arriba como un modo de vida. Pero al contrario a los salmón, los y las nicaragüenses claramente ven las posibilidades de navegar de una forma diferente.
Entonces, cuando al final del año pasado se creó el plan de que la Fundación Vientos de Paz patrocinara un diplomado en cooperativismo en Nicaragua, avalamos la idea de buena gana. La idea de desarrollar un plan de estudio integral, de buenas prácticas para productores rurales, suscitó un entusiasmo inmediato porque – a lo mejor por la primera vez – se le ofrecía a una población campesina cooperativista un menú de temas digno de cualquier empresa progresista norteamericana. Además, este programa ocuparía una semana entera de la vida de los y las participantes, un bloque del tiempo que por su definición indicó un compromiso serio de aprender. Ese deseo, junto con la realidad logística de alojamiento del estilo-dormitorio, sugerió que los y las asistentes sentían la urgencia y la importancia de convertir una oferta como ésta en un evento trascendental.
No menos importante es que los constructores del programa son líderes comprobados por su conocimiento, tanto de los materiales, como de los y las participantes.
Rene Mendoza
Dr. René Mendoza es un investigador, profesor y escritor con una larga historia en Nicaragua, co-fundador y ex-Director del Instituto de Investigación y Desarrollo NITLAPAN de la UCA (Universidad Centroamericana). En los últimos años ha visitado y escuchado montones de cooperativas rurales, al explorar su viabilidad y sostenabilidad, de cara al cambio económico nacional y mundial. Sigue presentando mucho de los resultados de su investigación en la forma de artículos subidos en este sitio web.
Edgar Fernandez (with Abemelet Rodriguez)
Edgar Fernández es un practicante del desarrollo rural con amplia experiencia, un colaborador frecuente con Mendoza, y también uno de los co-fundadores de Nitlapan-UCA. Un analista excepcional de las fortalezas y debilidades organizacionales, facilmente Fernández se vincula con, y inspira la confianza de, los y las productores nicaragüenses.
Ligia Guitierrez (At right)
Ligia Gutiérrez es una sicóloga y una agitadora ayudando a las poblaciones rurales- sobre todo comunidades indígenas –a reconocer su patrimonio cultural y poderes de influencia y auto-determinación. De cara a la creciente disparidad económica, y la marginación de grandes sectores de la población, sus lecciones de integridad personal y auto-estima resuenan con los que temen perder la esperanza.
Pero la buena disposición de los y las participantes, y la pericia del facilitador, solamente son partes de una ecuación de aprendizaje exitoso. El otro ingrediente esencial es contenido que es, tanto digno de interés, como útil en su aplicación. Aquí la mágica de la inversión de una semana se hizo evidente desde las primeras versiones de su agenda.
Los módulos de las actividades de la semana se podrían haber copiado de un folleto de formación avanzada de liderazgo: Día 1 – Un contexto importante del estado actual de las cooperativas; Día 2 – innovaciones organizacionales (incluyendo la gerencia de libros abiertos y el proceso de mejoramiento “Lean”) de una empresa norteamericana donde los dueños son los mismos empleados; Día 3 – El género y la pérdida de relaciones y recursos; Día 4 – Los impactos del cambio climático, actuales y futuros; Día 5 – Espiritualidad en el trabajo; Día 6 – La salud personal y organizacional. (A lo mejor voy a decir más sobre cualquier o cada uno de esos temas en ensayos futuros, pero por ahora es suficiente reconocer el alcance del programa).
En medio de los diálogos del plenario, llenos de contenido, discusiones en pequeños grupos y la creación de planes de acciones, los días brindaron oportunidades importantes para relajarse del trabajo difícil de introspección y auto-análisis. Se cantaron canciones, había interpretaciones de baile y música por los y las participantes y visitantes, y una caminata impresionante a la alta cumbre de Peñas Blancas. Nos tiramos una pelota para presentarnos el uno al otro, tiramos bolitas de papel a los oradores y a una a la otra para mantenernos positivos de cara a los retos enormes, y
Uriselda Lopez (¡nos mantenïa en risas!)
nos reíamos sin fin a la capacidad extraña de una de las participantes de imitar exactamente el sonido de un infante llorando. De hecho, todos los aspectos intelectuales, sociales, emocionales, espirituales, laborales y físicos de nuestro bienestar personal y colectivo estaban en juego completamente durante la semana entera. Fue un evento educativo excepcional.
Al abarcar todos los componentes de la situación de las cooperativas nicaragüenses, este programa y sus presentadores lograron identificar y contextualizar la realidad y las perspectivas nicaragüenses de una manera única e importante. Tal vez por la primera vez los socios y las socias lograron contemplar sus organizaciones, su responsabilidades mutuas uno con el otro, los elementos económicos que de veras están fuera de su control, y los que están dentro de su influencia, la naturaleza de trabajo transparente y colaborativo, y la investigación que subraya todo esto. Las lecciones fueron difíciles. Las verdades fueron incómodas. Sin duda las corrientes provocaron que algunos pensaran en darse vuelta y nadar lejos. Pero la vista integral de sus vidas cooperativas, y un empuje intrínseco de superar obstáculos como “siempre lo hemos hecho así”, o “nunca vamos a poder entender”, permitieron que sucedieran transformaciones durante la semana.
El tiempo revelará cuales de los y las posibles innovadores tendrán éxito en luchar contra la corriente del estatus quo, y en cuales maneras. Tal vez como los salmón, hay voluntad innato y suficiente para completar el viaje que es la vocación de sus vidas, de satisfacer las necesidades más básicas de trabajo y sustento y dignidad. En un sentido muy real, sin esa posibilidad se rompe el círculo de sus vidas, y todos nosotros sufrimos….
René Mendoza V, René Gómez F., Marcelo Rodríguez, Manuel Bermúdez y Edgar Fernández
La roya, una enfermedad producida por el hongo Hemileia vastatrix, va afectando según CONCAFE al 30% del área del café que son de 172,000 mzs, la cosecha del café en este ciclo según FUNICA será 400 y 450 mil quintales menos, y debido también a los precios bajos del café, APEN afirma que vamos a exportar US$ 70 millones menos, y CETREX dice que US$100 millones menos. Ante esta situación, diversos sectores afirman que no tienen crédito, que su café es de hasta 40 años de edad, y reclaman un programa del Estado: renovación del café (CONACAFE habla de 65,000mzs, 38% del total), apoyo en fertilizantes e insumos químicos, y capacitación a los técnicos. En este artículo, antes de apresurarnos a hacer estimaciones, recurrir a viejas recetas técnicas, y frotar nuestras manos por recursos, invitamos a estudiar el caso y buscar soluciones reales.
Partamos preguntándonos qué pasa con la roya. La roya es un hongo que infesta a la hoja del café, echa semillas (esporas) que con el calor (temperaturas de 22 a 24 grados centígrados) se multiplica y crece en la hoja. Esa hoja se cunde de roya, no puede respirar y se enferma, y la planta produce poco café. Las hojas jóvenes resisten, mientras las viejas sucumben. O sea, un café débil malnutrido (sin o poca fertilización) en un ambiente húmedo por la mucha sombra y maleza, sin luz y aire, es un terreno adecuado para que la roya prospere. Los cafetales bajo manejo orgánico y más ecológico van sufriendo más que los “tecnificados” con menos sombra, más densidad de plantas y más fertilizados. Esta situación de la roya se dio ahora y no en años anteriores debido a la alta producción del ciclo pasado (2011/2012) que hizo que los cafetales quedaran más debilitados que en años anteriores, y en este ciclo se presentaron fuertes humedades por el cambio climático, lo que facilitó la esporulación de la roya con la que convivíamos en el país a pequeña escala, incluso hizo que el ciclo de la roya que es de 30 días pasara a ciclos de hasta 22 días. En fincas con buen manejo Y con vecindades que también tienen buen manejo, la roya no entra. La roya nos hace levantar la cobija encontrándonos con otros problemas más: 1) cafetales viejos y baja densidad poblacional, variedades poco resistentes a la roya; 2) técnicos con visión parcial no sistémica y des-actualizados con factores como el cambio climático, y peor aún reconvertidos en acopiadores de café y colocadores-cobradores de crédito; 3) falta de financiamiento; 4) incapacidad institucional de prevención; 5) débil capital social local…
Ahora crucemos lo técnico para ampliar nuestra pregunta. Si la roya se extiende fundamentalmente por mal manejo, y el manejo requiere de recursos, nos percatamos que en los últimos 6 años tuvimos los mejores precios del café de los últimos 30 años. ¿Por qué si había recursos no hubo buen manejo del café? Una respuesta fácil, inspirado en la filosofía liberal, sería decir que “los productores individualmente se descuidaron,” apoyados en el neoliberalismo diríamos que “no dejaron trabajar al mercado” para que los grandes despojen más rápido a los “descuidados” pequeños productores de sus tierras con café, y respaldados por la cultura del estado benefactor clientelista y la cultura de los donantes diríamos que es “por falta de recursos.” Este rezo ya no convence.
¿Significa buenos precios mejores ingresos para los productores? En un estudio publicado en la Revista Encuentro, 2012 (“¿Institución patrón-dependiente o indeterminación social? Genealogía crítica del sistema de habilitación en el café”), Mendoza, Fernández y Kuhnekath estiman que un 40% de los productores de café son presos del sistema de habilitación, una institución de siglos, por el cual, no importando el precio internacional, ellos venden parte o el total de su café entre mayo y julio de cada año en US$45/qq (15+15+15); o sea, la paradoja es que el café genera altos recursos pero no necesariamente para los pequeños productores del café que son el 90% de los cafetaleros del país. El estudio también muestra que el costo de comercialización, incluyendo en las cooperativas, subió, por ejemplo el beneficiado seco de US$6/qq hasta antes del 2000 a 9/qq en los últimos 6 años; se profundiza la manipulación del peso (14% por saco cuando es húmedo) y de la calidad (3-4% por saco) del café en perjuicio de los productores. En otro estudio, Bastiaensen, Marchetti, Mendoza y Pérez (“After the Nicaraguan Non-Payment Crisis: Alternatives to Microfinance Narcissism”), presentado en la conferencia de “microfinanzas y nueva izquierda en América Latina” en Bélgica, 12 y 13 de noviembre 2012, muestran que la crisis de las microfinancieras hizo que el crédito agropecuario baje drásticamente desde el 2009, algo que seguramente contribuyó a que el sistema de habilitación antes mencionado se expandiese. Las zonas con peores caminos, propiedades no-legalizadas, productores menos organizados y con menos presencia de instituciones financieras, hay más habilitación y más dura la usura.
En otros casos los ingresos fueron “desviados.” Algunos líderes maniobrando a sus organizaciones compraron café en el ciclo 2011-2012 de forma descontrolada buscando sacar jugosas ganancias, pero que tuvieron problemas de vender el café, observándose aun en los meses de agosto y septiembre 2012 bodegas de los beneficios secos repletas de café; una consecuencia fue que sus asociados recibieron poco o nada de crédito, así los cafetales se hicieron aún más vulnerables. Otras familias asociadas que tuvieron crédito y recibieron buenos ingresos por el café, no reinvirtieron en sus fincas, usaron dichos recursos para el consumo (alimentación, mejora vivienda, compra vehículos).
Esta dimensión institucional que se va revelando apenas comienza, tiene que ver con toda la cadena de actores del café, y con las distintas organizaciones (del Estado, de la cooperación, y de las organizaciones de productores). Se necesita sustituir las “visitas” y “monitoreos” formales reducidas solo a las plantas, que terminan recogiendo “la lista del niño Dios,” por estudios que incluya a los pequeños productores del café, sus organizaciones y comunidades. Porque son ellos que conocen en vida propia sobre la cadena de “plagas” que les afecta desde hace mucho tiempo: roya, “habilitación,” costos de intermediación, asistencia técnica dispersa y recetario con lógica de oferta, recursos externos que se pierden en el camino, proyectos que excluyen a las mujeres…
También es necesario estudiar experiencias novedosas, como muestra dos de ellas. Uno se refiere a la combinación de asistencia técnica y financiamiento, entre el Instituto NITLAPAN de la Universidad Centroamericana (UCA) y la microfinanciera Fondo de Desarrollo Local (FDL). Dada la situación de la roya, se hizo una encuesta rápida al 40% de 2,424 clientes (productores de café del centro norte del país) con cartera en vencimiento entre diciembre 2012 y marzo 2013. El 92% de ellos expresaron no tener problemas con el pago de crédito ni con la roya, son productores con buen manejo del café y de sus fincas, algunos logrando hasta 80qq/mz, las plantaciones dañadas son las más viejas, sin manejo adecuado, y las del café orgánico. ¿Qué explican esos buenos resultados? Es la articulación de tres actores, Nitlapan-UCA, FDL y los pequeños productores, combinando crédito, asistencia técnica y organización familiar en torno a la renovación del café, manejo de tejido e incorporación de árboles con servicios múltiples, uso oportuno de fertilizantes e insumos químicos, manejo de pulpa y aguas mieles para el uso de biofertilizante y abono orgánicos, que restituyan los nutrientes extraídos en la cosecha y prevengan enfermedades a la planta, inversiones en beneficios y despulpadoras. Estas prácticas razonadas a nivel familiar y en grupos han ido produciendo un nuevo tipo de productores capaz de invertir en sus fincas y familias, y construir un horizonte de que es posible mejorar sus niveles de vida.
Otras novedosas experiencias se encuentran en cooperativas de primer grado con menos de 60 socios y que tienen servicios de crédito y de asistencia técnica, y que comercializan su café sea a través de otras cooperativas de segundo grado o de forma directa su café. En particular cuando buena parte del capital para crédito de estas organizaciones viene de aportaciones de sus asociados. Este tipo de organizaciones, la minoría en realidad, tienen asociados con mejor manejo de sus cafetales, mayor inversión en renovación de sus cafés, y sus asociados están concentrados en micro-territorios. Por ejemplo, la Cooperativa Solidaridad de Matagalpa no tiene roya en los cafetales de sus asociados, porque en los últimos 3 años han combinado asistencia técnica y compra-aplicación de insumos justo a tiempo, una política de podar el 20% del total del café cada año superando con ello incluso el mito de la bi-anualidad en el café (un año de buena coseche y el siguiente de mala cosecha); y porque están concentrados en un microterritorio (comunidad de Aranjuez, Matagalpa). También encontramos grupos de productores cuyos cafetales no fueron afectados por la roya, ello se debe a que su buen manejo del café está mediada por buena organización familiar (distribución de trabajos) y familia extendida en microterritorios, espíritu ahorrativo, inversión permanente en sus fincas, y aprovechamiento al máximo de cualquier proyecto (p.ej. asistencia técnica).
La roya es parte de una cadena de plagas. Nos desafía a entender la caficultura, a las familias productoras y sus redes sociales, a la cadena de actores vinculados a la producción agropecuaria, a la compleja e histórica institucionalidad, a los microterritorios con manejo de fincas que generan externalidades positivas, y también a ver las buenas experiencias. Esto incluso nos permite reflexionarlos en términos de modelos de desarrollo; por un lado tenemos un modelo extractivo de la naturaleza (también caracterizada de baja productividad por Núñez, 2012, “la crucial batalla por los rendimientos agropecuarios”, Revista Correo No. 20) con una lógica de cosechar sin invertir ni cuidar la finca de parte de los actores, incluyendo de parte de los trabajadores pobres con baja remuneración y por lo tanto sin motivación para cuidar las fincas; un modelo desigual, corto-placista, insostenible, y frágil a cualquier adversidad como la roya actual. Y por otro lado tenemos un modelo de crecimiento más sostenible, incluso ambientalmente, que reinvierte en fertilidad, con productores remunerados y con densidad social familiar y en microterritorios, y apoyados con capacidad humana y financiera para manejar sus fincas.
Si el gobierno obvia esta realidad, no distingue estos modelos, y más bien es arrastrado por una agenda política cortoplacista, entonces corre el riesgo de proponer una solución similar al Plan CONARCA que afectó a la ecología y a la viabilidad campesina en los 80s, al programa de renovación de cafetales de la administración Chamorro que beneficio únicamente a la caficultura empresarial en los 90s, o al programa bajo la administración Bolaños de reestructuración de las deudas de los productores de café con la banca comercial y las microfinancieras, sin aprovechar la coyuntura de la crisis de los precios del café para lanzar un programa de transformación de la caficultura nacional y hacerla resistente a las crisis periódicas de precios y de plagas como la roya. Conarca y el programa bajo la administración Chamorro tuvieron en común la intervención directa del Estado para promover la adopción de paquetes tecnológicos estandarizados, mientras que la administración Bolaños consideraba que el Estado no debía intervenir directamente y que debía ser dejado a las fuerzas del mercado. Una solución actual de renovación masiva de cafetales con un paquete tecnológico estandarizado, con tasas de interés subsidiadas y organizado de forma centralizada, beneficiaría a la caficultura empresarial de monocultivo del café y altamente dependiente de insumos químicos, distorsionaría al cooperativismo más interesante, afectaría experiencias novedosas como los mencionados, y por consiguiente –en sintonía con los modelos neoliberales del pasado– fortalecería el viejo sistema de habilitación y la intermediación “alagartada” que atenta contra la viabilidad campesina-finquera y abona la reproducción de las “plagas” como la roya.
La coyuntura actual es oportuna para un nuevo modelo de crecimiento más sostenible, tal como lo indican las experiencias novedosas mencionadas, marco en el cual es importante trabajar una propuesta de corto y de largo plazo. Lo más urgente, identificar las zonas contaminadas por la roya (p.ej. zonas de San Juan del Río Coco) y, para evitar se sigan extendiendo, declararlas zonas de emergencia (“cuarentena”) y proveerles manejo integral de las fincas cafetaleras infectadas: tratamiento directo del hongo con cobres y otros fungicidas, regulación de sombra y manejo de tejido (poda y recepo según plantas y áreas dañadas), fertilización (químico u orgánico) a las plantas que quedarán aún más débiles debido a la regulación de sombras, y razonamiento económico de las medidas técnicas; este apoyo debe incluir políticas que impidan el que los pequeños productores bajen drásticamente sus ingresos, se sobre-endeuden o caigan aún más en las garras del sistema de habilitación, pues ello significaría la expansión de la roya y el que los pequeños productores se paupericen.
Paralelo a estas medidas de urgencia, las siguientes políticas son fundamentales. Primero, renovación del café ponderando entre variedades que tienen mejores precios (p.ej. caturra) pero que requieren más inversión para resistir a la roya, y variedades resistentes a la roya (p.ej. el híbrido de timor o catimor) pero que tienen menor precio, más productivos y más exigentes en fertilización. Segundo, combinación de crédito (para la renovación), asistencia técnica, mercados, y organización de los productores; esto debe incluir políticas de incentivo (por ejemplo premios financieros) a productores que den pasos decisivos en buen manejo del café e incentivos para organizaciones eficientes y transparentes, medidas que harían retroceder al sistema de habilitación. Tercero, políticas que incidan en calibrar pesas, y en transparentar el control de la calidad del café y los precios según dichas calidades. Cuarto, educación financiera para que la cadena de actores ahorren e inviertan con una perspectiva de aprendizaje continuo.
Para operativizar estas políticas se requiere de un estado anuente a concertar mucho más sus políticas hacia la caficultura y los caficultores, no solamente a nivel de cadena sino también a nivel territorial. Solo de esta manera la política pública podrá responder de manera óptima a la diversidad agro-ecológica y socio-económica de los contextos productivos de la caficultura. El territorio puede volverse el espacio privilegiado de articulación entre políticas sectoriales y los actores y sus iniciativas locales. Esta orientación a favor del desarrollo territorial significa un nuevo rol para el Estado que tiene que combinar una función de regulación normativa, de apoyo a la inversión (infraestructura, etc.) así como de catalizador de procesos negociados. Específicamente ligado a este último punto tratara de cuidar a que los productores pequeños y los más empobrecidos, así como sus organizaciones cuenten y sus propuestas sean escuchadas.
Wilber Martínez, Edmundo López, Yeris Lanzas, Hulda Miranda, Eliseo Miranda, Pablo Gurdián y Misael Gurdián
Yo le tenía confianza a mi tierra, lo que le ponía me daba; de unos años acá se ha vuelto retrechera; ahora mi cafetal está enferma. Me daba lástima receparlo, hoy yo doy lástima.
Pequeño productor de El Ojoche, San Juan del Río Coco
Diversas voces en el país expresan sus demandas y propuestas en torno al café a raíz del problema de la roya. La principal demanda es porque se cuantifique la dimensión del daño, se les provea de insumos, indemnice a los pequeños productores afectados, y se les apoye en la renovación del café. El gobierno ha respondido diciendo que aunque no se ha declarado el estado de emergencia, ya se “está trabajando en emergencia” (A. Bucardo, LP 2-02-13) y que “funcionarios de varios ministerios trabajan en la estrategia nacional de combate a la roya, de manera que en las próximas semanas vayamos procurando soluciones a esta terrible plaga que ha afectado los cafetales” (R. Murillo, LP 2-02-13). O sea, no se avecina subsidios en insumos químicos en el combate a la roya, tampoco re-estructuración de deudas bancarias ni financiamiento subsidiado para renovación de cafetales. Esta situación da lugar a que las soluciones sean más bien logradas de forma compartida entre el gobierno, las cooperativas, los gremios, las empresas y las familias productoras, una concertación que puede ser respaldada también por los organismos internacionales como el BID, FAO, Unión Europea y organismos que trabajan con el café como el comercio justo internacional y las certificadoras de café orgánico. Este artículo busca darle sustento a este escenario de un modo concreto, lo hace discerniendo la dimensión del problema, explicitando la visión dominante bastante reduccionista, y dando pistas para una visión que responda a la mayoría de las familias productoras.
La roya, y por esa puerta la oportunista antracnosis, es una realidad difícil de obviar; ese matrimonio roya-antracnosis va dejando árboles de café muertos en pie. Sin embargo, su avance y efectos no son generalizados, varía de un micro-territorio a otro. A más concentración de áreas de cafés orgánicos y convencionales, pobre manejo de las fincas cafetaleras (productores convertidos en “cosecheros”, sin asistencia técnica), y débil capital social (primacía de habilitadores, cooperativas alejadas de sus asociados), más afectados son. Las familias en esos micro-territorios ya van sintiendo la reducción de sus ingresos, hay riesgo de que no honren sus deudas ni el café comprometido (habilitado), lo que debilitará a sus cooperativas e instituciones financieras; esto restringirá el crédito justo cuando más lo necesitan para reconvertir sus fincas (recepar, renovar, aplicar fungicidas, fertilizar, hacer manejo de tejido) y para subsistir; luego llegará el próximo ciclo y –con o sin renovación– cosecharán aún menos que ahora… Y dado que el daño de la roya en Centroamérica más bien está siendo acompañado por precios del café que van bajando, en esos micro-territorios se avecina pues fuerte endeudamiento, cafés orgánicos convertidos en convencionales, posible cambio de variedad que afecte la calidad del café que el país ha ganado, quiebra de cooperativas, despojo de tierras, y posible llegada de la pauperización.
La pregunta dominante para responder a esta problemática ha sido: ¿Cómo atacar el problema específico de la roya y recuperar los cafetales? A primera vista esta pregunta supone una visión tecnocrática, esconde las causas que la generaron, hace creer que las cosas se resuelven solo con recursos externos, es de corto plazo que obvia sus consecuencias en el mediano y largo plazo, y es expresado en nuestros días tanto por quienes demandan atención como por quienes anuncian políticas. En correspondencia, las empresas ofertan insumos químicos como la panacea a la roya, y algunos productores desesperados intentan adquirirlos, sin que sea el momento adecuado para aplicarlas y sin ponderar de qué realmente necesita su café y su finca. Suena la promesa de renovación de cafetales que implica hacer viveros en 3 meses comenzando ahora mismo, de recibir ingresos por ese café renovado recién en 3 años, y lo peor es que estas promesas tientan a los productores a “esperar” mientras el matrimonio roya-antracnosis “no espera,” avanza como el aceite. Esta medicina no convence, la ausencia de soluciones compartidas (no necesariamente comunes) está haciendo perder tiempo que ante la roya-antracnosis es más que valioso, favorece más una lógica de las grandes empresas –cafetaleros y vendedores de insumos químicos–, profundiza la cultura de la dependencia, y obvia el que esta situación es más bien un indicador de un modelo de caficultura desigual que ha dejado a los pequeños productores sin condiciones apropiadas para reconvertir sus fincas.
La pregunta que precisamos hacernos es: ¿Cómo viabilizar la economía campesina donde están la mayoría de los productores de café? Esta pregunta supone una visión más integral que incluye lo técnico, lo económico, lo ambiental y lo social; es de corto plazo en la medida que es de largo plazo, y es un pensamiento que ronronea la perspectiva campesina. A continuación mencionamos 3 elementos de propuesta bajo este marco. Primero, precisamos responder buscando equilibrio entre lo técnico y lo económico; la renovación debe ser con variedades resistentes y que mezcladas entre variedades den buena taza (calidad) de café; al renovar los cafetales, las familias campesinas deben sembrar frijol, maíz y chagüite en las calles, lo que les generará ingresos en el corto plazo que los requieren con urgencia, y en el mediano plazo solidificar la cultura del asocio (café + granos básicos + chagüite).
Segundo, lo técnico-económico precisa combinarse con lo ambiental. La regulación de sombra, recepo y renovación deja desprotegido la cobertura del suelo ante las lluvias, de ahí la solución mencionada de siembra de granos básicos y chagüite en sus calles es también una respuesta ambiental, pues ayudará a proteger la cobertura del suelo. Con la regulación de sombra (raleo por alta densidad, raleo para renovación), INAFOR debe flexibilizar sus políticas para permitir que las familias campesinas aprovechen los árboles maderables de sus fincas, esos ingresos ayudará a que honren sus deudas e inviertan en sus fincas.
El café orgánico aparece más vulnerable a la roya y a la antracnosis, porque buena parte de ese café es orgánico solo porque no le aplican insumos químicos (fertilizantes e insecticidas), sin aplicarle insumos orgánicos, y porque esos cafetales generalmente están más distantes de las carreteras y en manos de estratos pobres que han rentabilizado su café a través de tecnología extensiva –“lo que le ponía me daba,” dice el productor de El Ojoche en la cita al inicio del artículo. Es importante entonces que las cooperativas se movilicen para que sus asociados den buen manejo a sus cafetales, que sus técnicos den realmente asistencia técnica, y buscar que éstas certificadoras adapten sus normas a las condiciones locales que la coyuntura actual amerita.
El café orgánico, ciertamente, requiere atención. Quienes estipulan las prohibiciones de insumos químicos a usarse son OCIA, Biolatina, Naturland, la Unión Europea y el Gobierno de los Estados Unidos. Comercio Justo / FLO Cert prohíbe los más tóxicos que han sido condenados internacionalmente. Las cooperativas deben coordinarse con dichas certificadoras para flexibilizar sus políticas permitiéndoles uso bajo de insumos químicos en los cafetales orgánicos, a fin de contrarrestar efectivamente la roya y la antracnosis. Por otra parte, desde abril 2011, Comercio Justo exige que al menos US$5 de la prima social sea usado para aumentar la productividad de la finca; las cooperativas deben buscar que mayor monto del premio sea utilizado para viabilizar la economía campesina, y que los técnicos que registran datos para las certificadoras los analicen conjuntamente con los productores. Sin mayor flexibilidad en las políticas y sin acompañamiento efectivo para reconvertir sus fincas, los productores con café orgánico, en particular aquellos que sí fertilizan con abono orgánico, girarán hacia café convencional (y hacia certificaciones UTZ y Rainforest que le compiten a Comercio Justo), y si se aferran a mantenerse en orgánico tanto ellos como sus fincas darán “lástima.”
Tercero, a diferencia de la mayor parte de la Región Autónoma Atlántico Norte y Atlántico Sur, la región norte-central del país no tiene más frontera agrícola donde expandirse, por lo que la agricultura intensiva es su única opción, cuya viabilidad (productividad de la tierra, del trabajo y del capital) pasa porque los productores expandan y generen conocimiento. La tierra se ha vuelto “retrechera”: la cultura de la agricultura extensiva YA NO ES rentable. Ante esta realidad, se requiere asistencia técnica coordinada entre productores, técnicos (promotores) de base con “pies desnudos” y expertos, lo que debe darse en formas de alianza entre diversas organizaciones y estructuras de generación de conocimientos locales que coinciden en los micro-territorios específicos. Esta asistencia técnica debe incluir educación financiera: en lugar de endeudarse ante empresas como Gallo más Gallo y Vertugo por productos de ‘consumo de lujo’, aprender a calcular costos, planificar, prever riesgos, ahorrar y saber invertir; en lugar del alcoholismo que junto con el ‘consumo de lujo’ absorbe los ingresos del café, organizar a los miembros de la familia con diferentes roles para diversificar sus economías. La experiencia de Nitlapan-UCA y de la microfinanciera FDL muestra que los pequeños productores aprecian la asistencia técnica cuando ésta les ayuda a aumentar su productividad y a evitar enfermedades como la roya y la antracnosis, ese aumento en productividad les reduce costos por quintal, y les genera más ingresos y más saber. Si la asistencia técnica, crédito y buenos mercados se combinan en territorios específicos, a la par de buenas organizaciones, las familias mejoran sus vidas, la roya huye, la cultura del no pago se aleja, y se viabiliza la economía campesina.
Apoyado en estos puntos, un nuevo tipo de productor puede emerger, un productor que observa y estudia el comportamiento de las variedades de café en su finca, escoge las plantas más resistentes para sacar semilla de su misma finca, mezcla con el que luego saca la “taza.” Es un productor que entiende que no es la variedad de café el problema, ni si es orgánico o convencional, pero manejo de su finca y capital social en su territorio, no se atiene al Estado, se arriesga y pierde “lástima” por sus árboles podando, recepando y renovando, se reorganiza desde su familia y su localidad, busca asistencia técnica y cumple lo negociado con los técnicos sobre qué hacer en su finca, y cuando obtiene crédito y buenos ingresos alimenta a su finca y al saber de su familia que son “la gallina que le da los huevos de oro”.
Estos puntos también deben ser razonados y negociados con las organizaciones e instituciones. Las instituciones del estado deben responder con políticas claras (p.ej. INAFOR ante árboles maderables en fincas) y prepararse con medidas de compensación social para realidades que se avecinan. Organismos como CONACAFE deben coordinarse con organizaciones homólogas de Centroamérica para obtener variedades café que sean resistentes a enfermedades y a la vez tengan alta taza (calidad, catar arriba de 83), y así evitar el riesgo de que en el país todos se vayan por la variedad catimor que suele catar debajo de 81-82 por su sabor a madera y su origen de robusta. Las cooperativas de primer grado deben ser espacio para buscar soluciones concretas y rápidas en cada micro-territorio; las cooperativas de segundo grado negociar –apoyados por la Red del Café y la Coordinadora Latinoamericana de productores del comercio justo (CLAC)– con las organizaciones del comercio justo internacional la flexibilización de sus políticas y el fomento de una colaboración de más aprendizaje entre certificadoras, técnicos y productores. Las instituciones financieras, lejos de ahuyentarse, deben entrar en alianza con organizaciones que innoven en asistencia técnica y en estudios rápidos participativos, y con cooperativas que se encuentren en los mismos territorios. La asistencia técnica tradicional (vendedores de insumos químicos, mandaderos de directivos, cobradores de crédito, y levantadores de datos para las certificadoras) precisan reconvertirse en facilitadores que co-crean y negocian conocimiento con diversos actores (productores, cooperativas, microfinancieras, instituciones de investigación y que proveen asistencia técnica, certificadores y organizaciones del comercio justo) con incidencia en los territorios.
En pos de soluciones compartidas en un marco de concertación entre diversos actores, el desafío es movilizar voluntades, fuerzas y abrir mentalidades para trabajar con las familias de los pequeños productores en micro-territorios específicos, así como apostar por la viabilidad campesina: reconversión productiva en una realidad en que la agricultura extensiva ya no es rentable y la agricultura intensiva es el camino –al menos en la región central-norte del país donde se encuentra la mayor parte del café del país.