Hoy perdimos a nuestro fundador y fuerza.
Harold Nielsen en los últimos meses luchaba con un déficit respiratorio crónico, y esta mañana falleció, liberándose así del control implacable de su padecimiento. Tenía 97 años. Ahora el mundo ha perdido una de sus personas más notables.
El nombre de Harold Nielsen no será reconocido por la mayoría de la gente. Así es que él quería que fuera su vida y su trabajo: anónimo y sin fanfarria. Quería que su trabajo hablara por sí mismo en términos de lo que él creía y las perspectivas humanitarias que llegaron a definir su vida. Pero el carácter, la manera y la conducta de Harold dieron la definición al concepto de liderazgo de servicio mucho antes de que ese concepto entrara en el léxico moderno; su trabajo y perspectivas literalmente cambiaron las vidas de los que lo conocían, y las vidas de muchas personas que no lo conocieron.
Harold tuvo la capacidad de ver y sentir lo que muchos de nosotros no podemos. Verdaderamente le dolía la situación del pueblo de Nicaragua y la de otros pueblos empobrecidos del mundo, indignado ante las circunstancias que resultaron en tales condiciones, y lleno de una empatía desesperada para ayudar de cualquier manera posible. Lágrimas silenciosas frecuentemente comunicaron la profundidad de esa compasión intensa. Sin embargo llevó un ojo analítico a cada oportunidad, siempre buscando el beneficio máximo posible, examinando cada propuesta con la perspectiva de un emprendedor, a veces aumentando los montos solicitados cuando él podía anticipar la necesidad y la oportunidad más claramente que el solicitante. Demostró el valor de asumir riesgo por tales desfavorecidos, y gastó sus recursos personales para lograrlo. Harold les dio la mano a miles de nicaragüenses por medio de la fundación Vientos de Paz. Nunca fue suficiente, pero sabía que sembrar las semillas era solamente el comienzo de cualquier cosecha.
El legado de Harold se sentirá más allá en el futuro, en los lugares remotos de Nicaragua rural, las comunidades indígenas, los lugares olvidados donde las mujeres buscan tener una voz sobre sus vidas, y dondequiera que las escuelas trabajen para educar a los jóvenes. Estos fueron los sectores que Harold y Louise llegaron a considerar como los menos atendidos. Y el servicio fue la fortaleza de Harold en todo lo que hacía. Será recordado como una de las personas menos egoístas que la mayoría de nosotros conoceremos.
Harold fue un estudiante y profesor durante toda su vida. Tenía curiosidad sobre todo y todos, y por eso tenía la capacidad de juntar a personas y conceptos en nuevas iniciativas. Tal deseo de saber también alimentó su transformación en vida de un capitalista comprometido a un filántropo fogoso y voz para los pobres; llegó a entender la dinámica de causa y efecto entre la prosperidad norteamericana y la pobreza del mundo en desarrollo. Su esperanza ferviente para aquellos de nosotros asociados con él fue que tuviéramos tal despertar más temprano en nuestras vidas que él tuvo. Como tal, Harold fue un visionario y un mentor muy diferente de lo que la mayoría de nosotros hemos conocido, haciendo las preguntas difíciles, demostrando un amor sin tregua por los desfavorecidos, sin mucho ruido cuestionando la perspectiva convencional, y siempre con un aire de humildad genuina que permitía a sus colegas mantener su propio sentido de valor, aun cuando no estuvieran de acuerdo con él.
La verdadera lectura de Harold Nielsen va más allá de cualquier capacidad de captar en este foro. Mejor hablar con la gente cuyas vidas él tocó: los refugiados vietnamitas a quienes Harold y Louise alojaron en su casa y apoyaron hasta que terminaron sus estudios universitarios; las veintenas de personas ordinarias que tuvieron la oportunidad de viajar a un país en desarrollo para experimentar una realidad diferente de la de los EEUU; Nicaragüenses que recibieron apoyo para cultivar un rubro o atender una escuela o descubrir sus propias oportunidades e influencia; los empleados-dueños de Foldcraft Co. que tuvieron la oportunidad de ser propietarios y propietarias del lugar donde laboraron; niñas y niños mejicanos que encontraron refugio y esperanza en Miracle Ranch Children’s Home en Las Palmas, México; o aún los y las clientes, beneficiarios y beneficiarias de la comida y artículos de segunda mano de las tiendas All Seasons Community Services . Pero prepárense, porque es muy probable que esta gente ni reconocerán el nombre de Harold Nielsen, sino solamente los resultados de su benignidad.
Al enterarse del fallecimiento de Harold, René Mendoza, nuestro colega en Nicaragua, envió el recuerdo siguiente que parece relevante a nuestra perdida: “Recuerdo hace unos años, cuando un amigo nuestro murió en el mar salvando a dos amigos, el padre Gorostiaga celebrando una misa dijo: “no vamos a rezar por nuestro amigo, porque él fue un santo, alguien tan generoso hasta en sus últimos momentos; vamos a rezar por los que quedamos”. ..Desde Nicaragua, a nombre de tantas familias indígenas y cooperativistas, y de niños y niñas beneficiados con la generosidad de Harold, les mandamos un gran abrazo.”
De veras somos más pobres con el fallecimiento de Harold, pero mucho más ricos por su vida…