Por STEVE SHEPPARD, el 7 de diciembre de 2012
En palabras escritas aquí el 28 de octubre (Comunidad), conté la historia de nuestra visita a la comunidad de Santa María de Wasaka, y como esta área remota había sido devastada por una inundación repentina, pero había restablecido su compromiso de rejuntarse y crecer con vigor con nuevas metodologías de hacer huertos. La experiencia de conocer personas enfrentando circunstancias difíciles generalmente es bastante conmovedora, y frecuentemente hay poco o ninguna oportunidad de visitarlos después para ver como les salió. Afortunadamente, no fue el caso con la gente de Wasaka.
La imagen mental más reciente de esa visita fue una caminata de regreso a nuestra camioneta, que se había estacionado un poco lejos debido a la falta de un puente, por las mismas lluvias que habían traído los torrentes de agua que pasaron por muchas de las áreas sembradas de la comunidad, y aun tomaron la vida de un niño. La oscuridad nos había caído durante la caminata, la lluvia había empezado de nuevo y, honestamente, me sentí mal por la gente que justamente había conocido. El trabajo de restauración que enfrentaban – tanto de los huertos como de sus ánimos – parecía formidable. Mi esperanza más fuerte tuvo su origen en el trabajo que los técnicos de NITLAPAN hacían con la comunidad por medio de una donación de Vientos de Paz. Me acuerdo de pensar que la evaluación final de este esfuerzo sería algo que leería con mucho interés, con las esperanza de que los resultados pudieran terminar siendo mejores que lo que actualmente podía imaginar.
Pues al final del mes pasado recibí un correo electrónico que incluía dos fotos tomadas por uno de los técnicos trabajando con el proyecto. Sabiendo los grandes retos que la comunidad de Wasaka enfrentaba en el momento de nuestra visita, el técnico debe haber gozado mucho de enviarme las fotos, que retrataron una perspectiva muy diferente de lo que podíamos comunicar en octubre. Comparto aquí esas fotos, en parte para dispersar cualquier pesimismo que se metió en ese blog de octubre:
No sé si la producción mostrada aquí es representativa de otros hortelanos. No se si la producción mostrada aquí es representativa de la producción de estos dos productores. Ni sé si la cosecha impresionante, pero modesta, mostrada aquí representa en absoluto los otros productores de la comunidad. Solamente puedo reportar que, al mirar la evidencia de estas fotos, se me salió una sonrisa grande. Hay un gozo indirecto al ver estos resultados tangibles de gente quienes justamente hace un mes se reanimaron uno y al otro después de la pérdida de muchos huertos comunales. La nota acompañando las fotos proporcionó más ánimo: “El técnico dice que hay unas fotos de una parte de la producción saliendo de los huertos de una parte de la gente de Santa María de Wasaka, y que pronto habrá más. Están mejorando sus dietas con este tipo de verduras.”
La asistencia técnica de una organización como NITLAPAN puede hacer una diferencia significativa en las vidas de sus clientes. El espíritu insaciable de perseverar, y nunca rendirse, es un poder incalculable. Los dos elementos juntos son suficientes para encender la esperanza, aun si solamente para la producción de verduras de la tierra…